¿Cómo me quedé cuando me destrozaron el corazón? Fría, helada, congelada. La sangre huyó de mis capilares, convirtiendo mis miembros en antiguos restos de mármol, blancos y fríos, sin vida.
Traté de quemar recuerdos para entrar en calor, pero nada era suficiente, la nieve había invadido mi cuerpo, y el hielo se estaba apoderando de mi corazón, ni siquiera podía reconfortarme el calor de las lágrimas pues éstas se congelaban en mis pupilas muertas.
En ese momento pensé que ni doscientas noches de calor junto a una hoguera, podrían devolverme mi temperatura, y aterida quise volver a mi refugio pensando que quizás escondiéndome, dejaría de sentir ese dolor que invadía mis manos y mis labios.
Pero entonces recordé todas las noches de helada, todos los días de ventisca y advertí que a todos ellos había sobrevivido, con mayores o menos pérdidas, pero estaba aquí ahora, enfrentándome a otra tormenta de hielo y supe, que una vez más una tormenta no sería suficiente para acabar conmigo, quizás como mucho sólo conseguiría escarchar un poquito más mi corazón.
Vendrán miles de tormentas, espero que vengan, pues las estoy esperando casi con arrogancia y cierta excitación, no dejan de ser retos, pruebas que me pone el destino para que le demuestre una y otra vez lo fuerte que soy.
¿Me has oído dios del hielo? Estoy aquí, esperándote, no vas a poder conmigo, ni tú ni ningún otro, no podréis conmigo porque aún tengo mucho calor dentro
1 comentario:
Me flipa!! Lo único malo que tiene es que se acaba!! Que estilazo hostia!!!
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