martes, 29 de noviembre de 2011

Biutiful y el sonido de mar


Biutiful es una película hermosa por la suciedad, la tristeza y el dolor que entrañan sus fotogramas.

Resulta imposible no sumergirse en la malvada bondad de sus personajes, dejarse arrastrar al sórdido mundo que nos presenta, tan ambivalente, tan perdido


Sin moralejas, sin mensajes sin un auténtico final que no sea el de la vida misma.

Es una de esas películas que necesitamos ver de vez en cuando, para sentirnos algo más unidos con el sufrimiento que existe en nuestro planeta y al mismo tiempo agradecidos de la seguridad y la confortabilidad de nuestra vida.

Como en las anteriores películas de González Iñarritu, éste nos sumerge en un mundo agitado, de intensas emociones (quizás demasiado intensas), casi siempre de tristeza pero en ocasiones también de alegría, como una forma alternativa de evasión cinematográfica.

Bardem, ni que decir tiene, se consolida con esta película, si no lo estaba ya, como uno de los mejores actores del mundo.

Su mirada perdida, su rabia, su sonrisa, todo en Biutiful es perfecto, consiguiendo hacer que el espectador crea que no está viendo a un actor trabajar; consiguiendo que parezca que la interpretación fluye directamente de los poros de su piel sin el más mínimo esfuerzo.

El trabajo de los secundarios también resulta impresionante, todos con una historia y un pasado que se filtran en la pantalla con tan sólo pocos minutos de conversación. Y es que Biutiful son muchas historias dentro de una sola, como una especie de Babel entrelazada de manera cuidadosa y artesanal.

La parte negativa, porque igual que Biutiful, y que la vida, todo tiene sus matices, es que quizás cinematográficamente hablando, ya estamos saturados de tanta mezquindad, de tanto dolor gratuito. Conseguir que el espectador se emocione plasmando ante él imágenes duras y emotivas, valiéndose del talento de un grupo de actores, es un recurso demasiado usado ya, por mucha maestría que se emplee en él. Además, ir al cine a sufrir no es la opción favorita de muchos telespectadores, y por lo tanto Biutiful se puede quedar en aquello para lo que parece que fue creada, en un producto diseñado para la Academia del cine, en una película de culto para algunos pocos que otros muchos son incapaces de ver o de disfrutar.

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