Hay personas de las que se puede saber todo de un simple vistazo, el metro es un lugar perfecto para llevar a cabo estas radiografías culturales y sociales.
Aquella mujer que huye del tiempo tratando de esconderse entre capas de maquillaje, el hombre que mira al mundo desde los cansados y viejos ojos de la rutina y la decepción, la joven que no sabe nada del mundo, y la que sabe demasiado, el que habla muy alto, la que duerme, los que leen, el que escucha, la que observa…
Me pongo a escribir y quiero ser ácida, mordaz, original, pero sólo me salen una sarta de tópicos, pero es que pensándolo bien, la vida no es sino una sucesión de tópicos, un listados de refranes que se van cumpliendo a lo largo de la existencia.
Da un poco de miedo pensar que lo que esperamos que nos suceda con cierto pesar, es lo que probablemente termine sucediendo. Que nos vamos a convertir en el estereotipo de nosotros mismo, que vamos a sufrir nuestro destino, y que esto no es algo místico ni mucho menos, sino el producto de una sociedad y una serie de características genéticas que nos identifican casi desde el momento en el que nacemos.
¿Qué capacidad tenemos de decidir? Mucha menos de la que pensamos, pero más de la que intentamos.
Encantada humandiad
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